Desdibujados
paisajes,
Descoloridas
clases,
Diluyéndose
con su despropósito,
En la
infelicidad.
Descastadas
gargantas,
Prostituidas
con la miseria de sus entrañas,
Mirando
la sopa,
Bebiendo
la boba,
Nadando
en un mundo de ensueño,
De
mágicas pócimas de aire carbonatado.
Bailando
al son del amo que clama,
Esa
llama que no derrama,
Por su
ponzoñoso y paupérrimo verbo,
Ni una
perra, ni un billete.
Sabiéndose
prisionero de si mismo,
Saliendo
a fiestas de embrutados semejantes,
Dando
siempre por delante,
La
libertaria oblicua del atrás circundante.
Burbuja,
Aceite,
Pompa
de jabón,
Que
derrites sapiencia a la sombra de un malecón.
Inocua
criatura de nobleza obliga,
Sales
del armario,
¡Que
Dios te bendiga!
Sedúcenos
a todos con tu proverbial labia,
Que no
te dé miedo,
Ni
siquiera rabia.
Sigue
siendo ese oscuro objeto de deseo,
Ofrécenos
tu irrefrenable jaleo,
Que es
de tus labios un mareo,
Y con
tu voz,
Yo me la meneo.
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